El lipedema es una enfermedad que, en muchos casos, pasa desapercibida durante años, dejando a muchas mujeres con sentimientos de confusión, frustración y soledad. En este testimonio tan personal y emotivo, Kimberley comparte su recorrido: desde una vida marcada por la incertidumbre y la falta de confianza en sí misma, hasta un diagnóstico transformador, la cirugía y la recuperación de su autoestima.
Su historia no solo refleja el impacto físico y emocional del lipedema, sino también la fortaleza que se necesita para volver a tomar las riendas de tu cuerpo y de tu bienestar.
Un diagnóstico tras años de frustración
El diagnóstico llegó tras muchos años de espera, aunque una vez lo descubrí, todo ocurrió muy deprisa. Desde la pubertad siempre tuve una parte inferior del cuerpo más grande, que no guardaba proporción con mi cintura. Durante más de 16 años probé todo tipo de dietas, entrenamientos, envolturas, masajes y tratamientos estéticos… y nada funcionaba.
Un día, hablando con un cirujano en mi trabajo (estoy en un entorno quirúrgico privado), le comenté que, pese a perder peso, mis piernas seguían igual. Fue entonces cuando me habló por primera vez del lipedema. En ese momento empecé a investigar sin parar.
En menos de una semana ya había contactado con varias clínicas, reservado una consulta online y organizado una visita presencial.
El alivio emocional de sentirme comprendida
Recibir el diagnóstico tuvo un impacto emocional enorme. Había pasado mi adolescencia y vida adulta escondiéndome detrás de medias, leggings y vestidos largos, incluso en verano. Mis amigas me preguntaban por qué llevaba medias en noches de calor, y yo hacía bromas con el tiempo… pero en realidad me estaba ocultando.
En las competiciones de animación, donde no podía cubrirme, las fotos me horrorizaban: la parte superior de mi cuerpo parecía la de una chica de veintitantos, pero mis piernas parecían las de alguien mucho mayor.
El diagnóstico no solo me dio un nombre, sino también un plan. Y eso, por sí solo, fue un antes y un después. Seis meses después de la cirugía puedo decir con sinceridad que el cambio mental ha sido enorme.
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Inseguridades tras la cirugía y miedo a una recaída
Aunque mi cuerpo ha cambiado, mi mente a veces me juega malas pasadas. Hay momentos en los que vuelvo a ver lo que había antes, sobre todo durante cambios hormonales. Tengo que recordarme, muchas veces con fotos, que ahora todo es distinto.
También convivo con el miedo de que el lipedema vuelva. Me asusta engordar incluso un kilo y regresar a donde estaba. Pero intento mantener los pies en la tierra y centrarme en lo que sí puedo controlar.
Una rutina sencilla para mantener los resultados

Por suerte, mantener mis resultados no me resulta una carga. Siempre me ha gustado caminar y hacer ejercicio, así que mantenerme activa no es nada nuevo. Pero desde la cirugía he añadido algunos hábitos:
• Llevo mis prendas de compresión a diario, sobre todo debajo del uniforme.
• Siempre entreno con mis ACTIVE leggings.
• Hidrato mis piernas a conciencia—una o incluso dos veces al día—para cuidar la piel.
Estos pequeños gestos me ayudan a sentirme en control y con confianza.
La compresión: clave en mi recuperación y vuelta a la normalidad
Me aconsejaron reposo tras la cirugía, pero volví al trabajo a la semana y a entrenar a las dos. Organicé la operación justo antes de Navidad para recuperarme durante las vacaciones.
La verdad es que la compresión lo cambió todo. Sin ella sentía la piel floja y sin sujeción. Las prendas mantenían todo en su sitio y me daban seguridad para moverme.
Los leggings quirúrgicos y los ACTIVE eran resistentes, transpirables y con una sujeción perfecta, incluso en plena recuperación. Los llevé puestos 24/7: para dormir, conducir, entrenar, trabajar. Seis meses después, sigo usándolos con regularidad. Ahora solo me falta añadir los nuevos FLOW para completar el set.
Elegir la cirugía: la mejor decisión de mi vida
Si estás pensando en operarte, mi consejo es: hazlo. En mi caso tuve que financiarlo, no fue fácil, pero era la única opción que veía. Y cada mensualidad merece la pena por la felicidad y la tranquilidad que me ha dado.
¿Mi único arrepentimiento? No haber sabido antes que la cirugía era una posibilidad.
EQUIPO LIPOELASTIC 

